12/4/14

Prólogo del libro "El ReKaudador"

En 2011 editorial Planeta publicó mi libro "El ReKaudador". Ricardo Jaime, la cara de la corrupción en la era kirchnerista.

Aquí va el prólogo.

Omar Lavieri


 
Prólogo

La historia de Ricardo Jaime es una historia de corruptores y corruptos, sobornados, cobradores de comisiones ilegales, estafadores, traidores y delincuentes de poca monta. “El Turco” o “Jaimito”, como lollamaban, ganaba 10 000 pesos por mes como secretario de Estado.
Mantenía a su primera y a su segunda mujer, a los hijos de ambas, sus casas de Capital, San Isidro, y las que tenía en un country cordobés y en Brasil. Todo eso con 10 000 pesos por mes.
También le gustaba la noche porteña. Al cordobés de nacimiento –pero santacruceño por aclimatación– lo deslumbraron las luces del Centro, más específicamente las de Puerto Madero.
Quiso un avión y lo tuvo. Quiso un yate y lo tuvo. Quiso pagar champán del caro en hoteles faranduleros y lo hizo. Quiso lucir oro y lo usó en sus dedos y muñecas, aunque el brillo ofendiera a la vista y al buen gusto. Quiso manejar autos caros y los manejó. Quiso ser más alto de lo que era y se lo creyó. No se privó de nada. Sintió que era impune. Pero se equivocó.
Jaime y María Julia Alsogaray son los únicos dirigentes políticos que se enriquecieron a la luz de los negocios hechos a la sombra del Estado que fueron descubiertos. Alsogaray pasó algún tiempo detenida y fue condenada, Jaime aún no. Está procesado e investigado y hay decenas de pruebas de que su patrimonio creció sin ningún correlato con sus ingresos. Pero como todos los argentinos, es inocente hasta
que en un juicio oral y público se demuestre lo contrario.
También comparte algo con Graciela Ocaña: son los dos únicos funcionarios importantes del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que se fueron luego de la derrota del oficialismo en las elecciones parlamentarias de 2009. Pero mientras Ocaña combatía la corrupción en el área de Salud donde fue ministra, Jaime, tal como ha demostrado la Justicia y las investigaciones periodísticas, propiciaba la corrupción en el área de Transporte.

 
* * *

Jaime también formó parte de una maquinaria de recaudación creada por Néstor Kirchner para expandir su influencia política, basada en el poderío económico que otorga la disponibilidad de dinero aportado por los empresarios beneficiados con la vista gorda del Estado; empresarios que pusieron dinero y se transformaron en la cara de una burguesía nacional de dudosa honestidad.
La estructura de recaudación organizada por Kirchner tuvo múltiples aristas, pero la fundamental se desarrolló en el área del ministerio de Planificación Federal a cargo de Julio De Vido. Desde allí se supervisó el sistema y Jaime fue una pieza importante. No tenía con De Vido una relación amistosa, pero tampoco eran enemigos. La amistad de Kirchner y Jaime –acrecentada durante las frías noches de la política santacruceña– le daba al cordobés un acceso privilegiado al Jefe.
Cumplió con el mandato de Kirchner, pero no pudo evitar encandilarse con las luces de una ciudad como Buenos Aires que lo deslumbró. Para siempre.

 
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Desde el año 2008 trabajo en el caso Jaime: en diciembre de ese año escribí en mi blog, Política y Pelotas, que el fiscal Carlos Rívolo había impulsado la investigación sobre el enriquecimiento ilícito de Jaime. En 2009, en Radio Continental, conté que el entonces fiscal de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido, denunció que empresas de transporte le pagaban a Ricardo Jaime viajes de placer en costosos taxis aéreos.Meses más tarde, publiqué en el blog que Jaime usaba un avión Learjet como si fuera propio y al día siguiente conté esa historia en la radio. En abril de 2010, en el diario Clarín revelé que la Terminal de Ómnibus de Retiro –que como funcionario Jaime debía controlar– pagaba el alquiler de su departamento. En esa misma semana, fui testigo (y víctima) de una insólita conferencia de prensa que Jaime convocó con el objetivo de difundir que yo le había ofrecido trabajo y un televisor a su ex yerno a cambio de información sobre el dinero que llegó a sus bolsillos con cierta facilidad mientras él manejaba los millonarios subsidios de la Secretaría de Transporte. Hizo una denuncia falsa ante el periodismo, no una denuncia judicial, en una conferencia de prensa al estilo kirchnerista: sin preguntas. Nunca entregó ni mostró a los periodistas los mails que su ex yerno, supuestamente, había intercambiado conmigo. En noviembre de 2010 obtuve una copia de un DVD que tenía guardada buena parte de los secretos de Jaime. La Justicia había conseguido rescatar más de veinte mil mails que Manuel Vázquez, testaferro de Jaime, había intentado borrar de sus computadoras sin conseguirlo. En el intercambio de correspondencia quedó registrado el mecanismo de recaudación.
El Rekaudador es un retrato del ex secretario de Transporte que intenta echar luz al esquema de aportes empresarios. Porque cuando hay corrupción estatal, del otro lado de la mesa hay hombres de negocios, algunos de ellos muy respetados, dispuestos a maximizar sus ganancias a costa de maniobras oscuras.
Este libro no es un ensayo sobre el sistema de transporte de la Argentina ni aborda todas y cada una de las decisiones que tomó Jaime desde 2003 a 2009, cuando manejó una caja descomunal de alrededor de 20 000 millones de pesos. Este libro está basado en tres años de investigación periodística, en entrevistas
ad hoc realizadas a cuarenta y cinco personas –muchas de las cuales me pidieron que no revelara sus identidades–, en cientos de documentos judiciales –más de veinte expedientes– donde se intenta dilucidar el modo en que Jaime administró el dinero de todos, y en miles de páginas de mails encontrados en las computadoras de Manuel Vázquez.
El 22 de junio de 2011 le pedí formalmente una entrevista a Ricardo Jaime. Tuvimos una amable conversación telefónica, pero se negó a ser entrevistado. Fue entonces cuando le solicité que, al menos, me contestara una de las tantas preguntas que quería hacerle, la más inquietante. Como varios de los consultados coincidían en la razón por la cual Néstor Kirchner le prodigaba protección incondicional –la carta que guardaba bajo la manga para evitar que la Justicia avanzara demasiado en su contra–, le pregunté a Jaime: “¿Usted le crió un hijo extramatrimonial a Kirchner?”. Después de un breve silencio, me contestó y autorizó a citarlo textualmente: “Le juro por mis tres hijas y por mi nieta que eso que dicen es falso”. Tenía muchas preguntas más para hacerle, pero no quiso contestarlas. La mayoría de esos interrogantes surgieron tras analizar la información obtenida luego de tres años de investigación periodística y a la que se suman los datos que están en los expedientes judiciales:
de ello da cuenta este libro.





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